• Ayuda para familiares
    y amigos de los alcohólicos
  • Ninguna infelicidad
    es tan grande que
    no se pueda remediar

  • El temor
    será reemplazado

    por la fe y la gratitud

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Deseamos que Al-Anon esté disponible para todos

1. Acerca de la agrupación

Al-Anon, una hermandad mundial cuyo propósito es ayudar a los familiares y amigos de las personas con problemas en su forma de beber. Al-Anon es un lugar donde eres libre de ser tú mismo y puedes hablar sin temor a la crítica, porque sabemos que cada uno habla desde su propia experiencia y perspectiva personal. Al final, te quedas sólo con lo que te agradó y dejas el resto.

En Al-Anon, recibimos con agrado a las personas que se sienten afectadas por la forma de beber de un ser querido: ése es el único requisito. Compartimos con un espíritu de cooperación
y respeto y así se mejoran las problemáticas personales y familiares causadas por el alcoholismo. Al-Anon es incluyente y aprendemos a trabajar por un bien común.

Al-Anon es un programa espiritual que abarca filosofías de diversas creencias, además de principios universales éticos y morales. No se basa en ninguna fe
o doctrina religiosa específica
. Nos permite interpretar con entera libertad, lo que el nombre de “Dios” significa, como cada uno lo entendamos
o como más nos convenga, con el fin de aprender a confiar.

En Al-Anon, hablamos de cómo nos afecta la enfermedad del alcoholismo en nuestra forma de pensar y de comportarnos; del papel que desempeñamos en nuestros problemas, y de cómo estamos cambiando nuestras actitudes al aplicar el programa a nuestras vidas.

Solamente utilizamos instrumentos y publicaciones aprobados por la hermandad.

En Al-Anon, no hay cuotas ni honorarios establecidos porque los miembros cubrimos voluntariamente los gastos y servicios que requiera la hermandad. No se aceptan contribuciones externas ni tenemos benefactores que quieran influir en las acciones de Al-Anon. Mantenemos la libertad de decisión para no desviarnos de nuestro objetivo primordial.

Nos sentimos seguros que no se revelará nada de lo que se vea y se escuche en las reuniones. El anonimato va más allá de no mencionar el nombre; nos ayuda a sentirnos libres de expresar lo que sentimos en presencia de nuestros compañeros. 
Es incluyente porque nos concentramos en nuestras semejanzas e impide que nos separen las diferencias sociales. 

No hay leyes, ni reglamentos, ni estatutos para obligar a nadie a nada. Sólo tenemos nuestras “Tradiciones” en calidad de orientación, que aplicamos cuando nos relacionamos con otros para la solución de los problemas causados por el alcoholismo. Nos reunimos por propia voluntad, por lo que no dependemos de una autoridad ni de una serie de reglas para funcionar.

No somos una organización religiosa.

No somos una terapia ni damos asesoría.

No expresamos opiniones sobre asuntos ajenos a nosotros.

No estamos afiliados a ningún tipo de asociación.

No cobramos ninguna clase de cuota u honorarios.

Tomamos decisiones informadas

2. Una enfermedad

Existe un fuerte estigma respecto al alcoholismo porque aún se cree que dejar de beber es cuestión de voluntad y que el alcohólico es sólo aquel vagabundo que vemos inconsciente en la calle. La realidad es que una gran cantidad de bebedores son parte activa de la sociedad. Si investigamos sobre el alcoholismo, lo entendemos y lo aceptamos como una enfermedad; vemos cómo nos ayuda cuando abiertamente se habla al respecto.

La Organización Mundial de la Salud reconoce el alcoholismo como una enfermedad que es progresiva porque mientras se esté bebiendo, el impulso de beber seguirá en aumento y que afecta a gente de toda condición. Además, es incurable y mortal porque si se sigue bebiendo, puede ocasionar la locura o la muerte.
La enfermedad sólo se puede controlar si el alcohólico deja de beber en total abstinencia.

Muchos alcohólicos llevan una vida aparentemente normal; pero conforme avanza su enfermedad, se dañan todos los aspectos de su vida. 
Es una enfermedad confusa que escapa a toda lógica porque es fácil ver lo que la bebida hace al alcohólico, pero es difícil ver el contagio familiar.
El alcoholismo afecta las relaciones interpersonales manifestándose en la obsesión, angustia, ira o negación de la familia.

2.1 Conductas de la familia

El contagio familiar empieza en nuestra mente cuando sólo estamos concentrados en el alcohólico, atentos a lo que hace o lo que no hace, y nos obsesionamos pensando en cómo lograr que ya deje de beber.

Es doloroso ver la lenta destrucción de un ser querido y quienes estamos cerca de él nos preocupamos y tratamos de arreglar sus problemas; llegamos a dar excusas o incluso a mentir para evitar peores consecuencias.

El comportamiento descuidado del alcohólico, junto con sus mentiras y chantajes, nos genera pensamientos de coraje y frustración; tanto que pensamos se aprovecha de nosotros o que lo hace a propósito.

Si algo anda mal, ocultamos los sentimientos sobre el exceso de bebida, porque  no queremos ver el problema y seguir confiando en sus promesas. Nos aferramos a la esperanza que no beberá.

La recuperación se va logrando.

3. Algunas herramientas

Rompiendo
el aislamiento

Si hemos vivido el infierno privado del alcoholismo, es probable que estemos renuentes a compartirlo con extraños en una reunión. Desconfiamos porque pensamos que nadie ha vivido lo mismo y no pueden entendernos.  En Al-Anon adquirimos el valor para revelarlo a otros miembros; así empezamos nuestra recuperación.

Aprendiendo
a cuidarnos

En Al-Anon, somos nuestra prioridad aunque parezca egoísta. Atendemos nuestras necesidades de alimentación, descanso y salud. Enfrentamos los pensamientos que nos perturban para disfrutar de las experiencias positivas. Descubrimos que contamos con dones y oportunidades para estar agradecidos.

Desprendimiento emocional

Consideramos el alcoholismo como una enfermedad, de forma impersonal pero compasiva. Nos separamos emocional y espiritualmente del bebedor y así amamos a quien sentimos nos ha dañado. Podemos odiar la enfermedad y alejarnos sin culpa; pero nos acercamos al ser querido que sufre.

Estableciendo límites

 Para proteger nuestra autoestima y dignidad ponemos límites. Es una cuestión de respeto mutuo.

Evitamos entrar en polémicas que puedan crear confusión o afectar las relaciones; aprendemos a comunicar nuestros sentimientos y a escuchar con amor. Cada persona define sus límites según sus necesidades.

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